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martes, 31 de enero de 2012

Placer / displacer #6: Fetiche, justicia y placer


Ritual del placer, o placer del ritual



"El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía"
Anselm Jappe , Robert Kurz y Claus Peter Ortlieb


Recopilatorio de artículos procedentes de la revista marxista alemana Krisis, este "El absurdo mercado de los hombres sin cualidades" propone una recuperación del Marx ortodoxo partiendo de su
teoría del valor. La caída del muro de Berlín y la deriva totalitarista de los estados comunistas a punto han estado de convertirse en el epitafio del proyecto marxista como utopía, junto a la deslegitimación de su aparato crítico, científico y revolucionario, tras casi un siglo de tentativas mayormente frustradas. Parece que la estela de Foucault está siendo más luminosa para los productores de sentido y acción revolucionarios, relegando al Marx al papel de padre espiritual cuyo trabajo brilla más por lo que funda que por lo que proyecta. En tal contexto, uno esperaba de este libro poco más que panoplias de rojo adoctrinado, a rebufo de los innumerables cantamañanas que se llenan la boca de Marx careciendo de la necesaria sutileza, practicantes de todas esas lecturas moralistas, sensibleras y pancartistas propias de unos comunistas decididamente has-been que apuran la frontera entre lo entrañable y lo grotesco.

Una fantasmagoría acecha al cadáver de lo real

Digamos que "No tomarás el nombre de Marx en vano", y los autores de estos textos no lo hacen en absoluto: se trata de un manual muy argumentado, con desarrollos lógicos de aparente solidez, erudito, y que con mucha soltura intenta cuestionar a los pensadores que teóricamente habrían superado a Marx... por la derecha, pero sin duda también por la izquierda. El largo ensayo sobre Adorno y Debord es ameno y profuso en citas jugosas (aunque desoladoramente apolíneo en su definición implícita del Arte), y los razonamientos para explicar la crisis actual están estupendos: los autores se suben a la caravana madmaxista / doomtard y hablan de un armageddon del capital cuya lógica es deducible de El Capital. El problema es que toda escolástica requiere no sólo razón, sino también de fe, y de ese requisito
no voy muy sobrado.

Inquietante advenimiento de Don Deseo y Don Placer

Lo quizás paradógico es que la conclusión a la que llegan es esencialmente la misma que la que proponen los liberales radicales: así, el motivo fundamental de los problemas de occidente será la forma dinero, cuyas prerrigativas impondrían el desarrollo de estructuras sociales necesariamente injustas. El enemigo en última instancia de la utopía marxista no es entonces el capitalista sino el capital, cuyo análisis organizan con una compleja arquitectura financiera que trenza bancos centrales, mercados, políticos y aparato propagandístico en una voraz e imparable meta-institución (o hiper-institución) condenada al colapso. Del análisis de Jappe, Kurz y Ortlieb se deduce que, tras varias décadas de apeo precario y efímero a base de crédito, el castillo de naipes capitalista se está viniendo abajo, víctima de un destino insertado en su misma génesis. La superación de este estadio de la humanidad no se efectuará entonces de la mano de una "lucha de clases" (que en su opinión es consecuencia y no causa del malrollismo capitalista) sino de la urgente erradicación del dinero como interruptor de todas las transacciones, y el consiguiente replanteo del papel de la producción y el ocio que habrá de producirse (y en este aspecto, su tesis es perfectamente compatible con ideas como el "fín del trabajo" de Jeremy Rifkin).
Argumentado de manera coherente pero insuficiente, IMHO "El absurdo mercado de los hombres sin cualidades" (título que en su edición española es reminiscente de Marcuse) adolece de las mismas inonsistencias que han ido agrietando el edificio marxista hasta verse superado por estructuras de agitación social más vigorosas (Foucault mediante): soy de los que creo que la gran falla de Marx fue su parvularia concepción del humanismo, todavía demasiado moderna. El comunismo construía su modelo partiendo de un "ser humano" cuyos hábitos deseantes se modelizan con un rigorismo causa-efecto tan primitivo que resulta hasta tierno. En los años 60 los herederos de Marx intentaron dar proteína al sujeto revolucionario ampliando las tesis de "El capital" con el aparato conceptual psicoanalítico, pero los resultados de aquellas tentativas oscilan entre lo desmadradamente kitsch (¡cuánto daño no habrá hecho la orgonita de Willhelm Reich a la nomenklatura filosoviética!) y lo tramposamente capcioso: La izquierda lacaniana se apropiará del discurso del francés haciendo suyos sus errores: en su famosa estructura cognitiva como pliegue de "lo imaginario, lo simbólico y lo real", el orden de "lo real" sencillamente sobra (y esto es una apreciación muy personal). El humanismo implícito en la doctrina marxista es susceptible de ser matizado y reinventado, pero no así un "realismo" cuya lógica conduce inexorablemente a los totalitarismos. Al parecer, cuando Deleuze se suicidó estaba preparando un trabajo sobre Marx como fundación de una nueva filosofía de la naturaleza, pero su óbito nos deja cojo de un neo--materialismo a la altura de los tiempos que corren.

El derecho natural a la adoración del Fetiche

El libro sostiene el principio marxista del "fetichismo de la mercancía", una suerte de encantamiento que inviste los objetos reificándolos y otorgándoles una autonomía de movimientos emponzoñada en fenómenos auráticos contagiados del virus de la "alienación". Nosotros, que en este hilo hemos optado por una estrategia de pensamiento hedonista, no podemos aceptar una idea tan simplista como la del "fetiche", porque como enmascaramiento noemático soial / trascendental necesita de un sustrato nouménico invariable, legítimo: es decir, el marxismo sigue considerando que bajo el simulacro hay agentes actuantes a cuya lógica podemos acceder. Ello sostiene la vieja y errada escisión entre "infrastructura" como imperio omnímodo de la sustancia, y la superestructura como hábil mística de los trileros, órdenes de los que se deducen los conceptos de "valor de uso" y "valor de cambio" imperativamente fracturados. Un auténtico hedonista diría que esa distinción se deduce de la tradición cristiana que identifica el cuerpo como instancia pasiva (contenedor neutro) y el espíritu como máquina de gobernanza, virtud y traición pecaminosa. Siempre me ha parecido muy paradógico en Marx su propuesta de que lo económico es absolutamente determinante de los hábitos y estructuras sociales, y que su revolución se desencadenase de la mano de un libro, paradoja que más que cuestionar su tesis, la invalida. Anyway... dejar a Marx sin su teoría del valor es anular su concepto de Plusvalor (en mi opinión lo más audaz de su programa), y ello es algo así como leer a Hayek sin creer en los mercados.


Éxtasis del valor de cambio

Si el materialismo clásico se preguntaba con Spinoza "¿Qué puede un cuerpo?", el contemporáneo está ya preparado para afrontar la cuestión que realmente importa:

¿Qué puede un fetiche?

Una ontología del fetiche deberá remitir su naturaleza al orden de lo imaginario (en cuanto ente) y lo simbólico (en cuanto proceso), reduciendo el noúmeno que ahí pueda haber a la mera condición de metáfora: el objeto fetiche no puede efectuar su valor más que como metonimia, metáfora, reminiscencia o alegoría. Si, como metáfora, implica un desplazamiento (un derivación) entre significante y significado, el fetiche es entonces un valor que nunca se encuentra en su lugar. Este principio, subtexto omnipresente en toda teoría de la alienación como enajenación de los valores, es inasceptable desde el materialismo estricto, al partir de una escisión entre el campo óntico y el campo trascendental propio de la más arcana metafísica. En realidad, la identidad del "fetiche" marxiano viene a ser similar a la de la manzana de Adán y Eva, investida (en la leyenda) de una extraña infección trascendental que anularía su manzaneidad para transubstanciarla en "otra cosa", metáfora de unos fenómenos en los que ya no hay que confiar como apariciones, sino de los que desconfiar por ser estrictas apariencias. ¿Qué quiero decir con esto? Que la teoría del fetichismo de Marx es más idealista que materialista, y por tanto incoherente con el resto de su proyecto; por pura deducción, las categorías que utiliza en su teoría del valor conducen a la aporía, y con ello su modelo económico y social derivado dejan de resultar legítimos.
Quizás mi exposición haya resultado confusa, pero en definitiva puedo resumirla en el siguiente axioma:

Los deseos son susceptibles de ser alienados, pero los placeres no.

El deseo se construye en el campo interpersonal de lo psicosocial, con lo que queda vinculado a múltiples desplazamientos y remisiones, pero el placer en su absolua inmanencia es un padecer del cuerpo. A través del lenguaje se pueden diferir los sueños, pero no los padecimientos... al menos, si nos atenemos con rigor a la lógica materialista que en principio debría iluminar el trayecto del marxismo. El deseo fetichista (el deseo por un escote, el deseo por unas Nike) compone un territorio del valor que quizás no pueda ser pensado desde las profundidades de su subsuelo (la raíz como figura de lo trascendente) sino desde los accidentes de su superficie (lo topográfico como figura de lo inmanente). Desconfío de toda doctrina que (como la marxista) me diga que mis placeres no son buenos: paradógicamente la alienación es desvestir al fetiche de su verdadera naturaleza (mecanismo de placer) para reducirlos a la condición de simulacro (mecanismo placebo). Y si de aquí quisiese deducir una ética, sería una que afirmase que lo de "justicia para todos" es aplicable sí sólo sí ello se realiza como "placeres para todos".

2 comentarios:

  1. ¬¬
    No estoy de acuerdo con Benzema ni con tu teoría sobre el fetichismo, pero bueno...No lo voy a debatir.

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  2. lo del fetichismo puedo entenderlo (aunque yop no tengo ninguna teoría al respecyo, simplemente critico la de Marx porque me parece muy mala. Mi teoría sobre el fetichismo es: "Viva el fetichismo", además ya sabes que yo soy super fetichista) pero lo de Benzema... qué no estás de acuerdo? en que es elegancia personificada? en que es un portento de potencia y toque? este tío va a más en cada partido y este año ha metido unos goles que da gloria verlos, quizás tú prefieres a ese infraser arratonado y mononeuronal llamado Messi, pero para mí ese mongui es un moco si lo comparas con Benzema o CR7.

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