"El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía"
Anselm Jappe , Robert Kurz y Claus Peter Ortlieb
Recopilatorio de artículos procedentes de la revista marxista alemana Krisis, este "El absurdo mercado de los hombres sin cualidades" propone una recuperación del Marx ortodoxo partiendo de su teoría del valor. La caída del muro de Berlín y la deriva totalitarista de los estados comunistas a punto han estado de convertirse en el epitafio del proyecto marxista como utopía, junto a la deslegitimación de su aparato crítico, científico y revolucionario, tras casi un siglo de tentativas mayormente frustradas. Parece que la estela de Foucault está siendo más luminosa para los productores de sentido y acción revolucionarios, relegando al Marx al papel de padre espiritual cuyo trabajo brilla más por lo que funda que por lo que proyecta. En tal contexto, uno esperaba de este libro poco más que panoplias de rojo adoctrinado, a rebufo de los innumerables cantamañanas que se llenan la boca de Marx careciendo de la necesaria sutileza, practicantes de todas esas lecturas moralistas, sensibleras y pancartistas propias de unos comunistas decididamente has-been que apuran la frontera entre lo entrañable y lo grotesco.
Una fantasmagoría acecha al cadáver de lo real
Digamos que "No tomarás el nombre de Marx en vano", y los autores de estos textos no lo hacen en absoluto: se trata de un manual muy argumentado, con desarrollos lógicos de aparente solidez, erudito, y que con mucha soltura intenta cuestionar a los pensadores que teóricamente habrían superado a Marx... por la derecha, pero sin duda también por la izquierda. El largo ensayo sobre Adorno y Debord es ameno y profuso en citas jugosas (aunque desoladoramente apolíneo en su definición implícita del Arte), y los razonamientos para explicar la crisis actual están estupendos: los autores se suben a la caravana madmaxista / doomtard y hablan de un armageddon del capital cuya lógica es deducible de El Capital. El problema es que toda escolástica requiere no sólo razón, sino también de fe, y de ese requisito no voy muy sobrado.
Lo quizás paradógico es que la conclusión a la que llegan es esencialmente la misma que la que proponen los liberales radicales: así, el motivo fundamental de los problemas de occidente será la forma dinero, cuyas prerrigativas impondrían el desarrollo de estructuras sociales necesariamente injustas. El enemigo en última instancia de la utopía marxista no es entonces el capitalista sino el capital, cuyo análisis organizan con una compleja arquitectura financiera que trenza bancos centrales, mercados, políticos y aparato propagandístico en una voraz e imparable meta-institución (o hiper-institución) condenada al colapso. Del análisis de Jappe, Kurz y Ortlieb se deduce que, tras varias décadas de apeo precario y efímero a base de crédito, el castillo de naipes capitalista se está viniendo abajo, víctima de un destino insertado en su misma génesis. La superación de este estadio de la humanidad no se efectuará entonces de la mano de una "lucha de clases" (que en su opinión es consecuencia y no causa del malrollismo capitalista) sino de la urgente erradicación del dinero como interruptor de todas las transacciones, y el consiguiente replanteo del papel de la producción y el ocio que habrá de producirse (y en este aspecto, su tesis es perfectamente compatible con ideas como el "fín del trabajo" de Jeremy Rifkin).
Argumentado de manera coherente pero insuficiente, IMHO "El absurdo mercado de los hombres sin cualidades" (título que en su edición española es reminiscente de Marcuse) adolece de las mismas inonsistencias que han ido agrietando el edificio marxista hasta verse superado por estructuras de agitación social más vigorosas (Foucault mediante): soy de los que creo que la gran falla de Marx fue su parvularia concepción del humanismo, todavía demasiado moderna. El comunismo construía su modelo partiendo de un "ser humano" cuyos hábitos deseantes se modelizan con un rigorismo causa-efecto tan primitivo que resulta hasta tierno. En los años 60 los herederos de Marx intentaron dar proteína al sujeto revolucionario ampliando las tesis de "El capital" con el aparato conceptual psicoanalítico, pero los resultados de aquellas tentativas oscilan entre lo desmadradamente kitsch (¡cuánto daño no habrá hecho la orgonita de Willhelm Reich a la nomenklatura filosoviética!) y lo tramposamente capcioso: La izquierda lacaniana se apropiará del discurso del francés haciendo suyos sus errores: en su famosa estructura cognitiva como pliegue de "lo imaginario, lo simbólico y lo real", el orden de "lo real" sencillamente sobra (y esto es una apreciación muy personal). El humanismo implícito en la doctrina marxista es susceptible de ser matizado y reinventado, pero no así un "realismo" cuya lógica conduce inexorablemente a los totalitarismos. Al parecer, cuando Deleuze se suicidó estaba preparando un trabajo sobre Marx como fundación de una nueva filosofía de la naturaleza, pero su óbito nos deja cojo de un neo--materialismo a la altura de los tiempos que corren.
Éxtasis del valor de cambio
Si el materialismo clásico se preguntaba con Spinoza "¿Qué puede un cuerpo?", el contemporáneo está ya preparado para afrontar la cuestión que realmente importa:
Quizás mi exposición haya resultado confusa, pero en definitiva puedo resumirla en el siguiente axioma:
¬¬
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con Benzema ni con tu teoría sobre el fetichismo, pero bueno...No lo voy a debatir.
lo del fetichismo puedo entenderlo (aunque yop no tengo ninguna teoría al respecyo, simplemente critico la de Marx porque me parece muy mala. Mi teoría sobre el fetichismo es: "Viva el fetichismo", además ya sabes que yo soy super fetichista) pero lo de Benzema... qué no estás de acuerdo? en que es elegancia personificada? en que es un portento de potencia y toque? este tío va a más en cada partido y este año ha metido unos goles que da gloria verlos, quizás tú prefieres a ese infraser arratonado y mononeuronal llamado Messi, pero para mí ese mongui es un moco si lo comparas con Benzema o CR7.
ResponderEliminar