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sábado, 23 de abril de 2011

Mille Flâneurs #5

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Lª Imªginªción


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1.
Vuelvo a la serie Mille Flâneurs recomendando una magnífica fenomenología de Jean Paul Sartre sobre el pensamiento con imágenes, titulada lacónicamente "La imaginación". Mis prejuicios anti progre me habían hecho presuponer que Sartre era un sofista escasamente interesante, un mediocre redactor de aforismos para burgueses adictos al Clonazepán y universitarios de los que usan a Pirandello como método de ligoteo... pero leyendo este libro (al que llegué tirando del hilo de Heidegger, el gran maestro de Sartre) me doy cuenta de que era un filósofo, al menos en el comienzo de su carrera, muy sólido y riguroso: este ensayo, como digo una fenomenología de la imagen, está a la altura de cualquier tratado sistemático de filosofía dura, maneja con mucha pulcritud los conceptos y el método de Husserl se aplica con extrema puntillosidad. Estoy todavía en proceso de lectura de "El ser y la nada", pero este breve ensayo me parece redondo, recomendabilísimo para todos los interesados en la problemática de la imagen (va por ustedes, arquitectos; el que quiera leerlo que me lo pida). Por cierto que hay por ahí un requiem de Deleuze poniendo por las nubes a Sartre, sorprendente teniendo en cuenta la disperidad de sus metafísicas.



El libro sólo tiene un fallo: termina en el momento cumbre, cuando por fín llega a su reflexión más potente, que al parecer desarrollará en una segunda parte llamada "Lo imaginario"... que no he leído porque no la tengo. Pero en cualquier caso llega a un par de conceptos fastuosos que nunca me habían explicado en estos términos, como son lo noético y lo noemático. Cada cual podrá pensar sobre esa cuestión según interpretaciones personales, pero para mí lo que refieren es el sentido que, invariablemente, lleva apararejada cualquier imagen cuando se da a la conciencia.




2.
"La imaginación" es, en mi lectura, una reivindicación de las imágenes como actos, como procesos de la conciencia, un campo de acciones y actitudes y no de objetos sintéticos, en el que (añado) la diferencia entre presencia y representación es irrelevante. Quizás, el pensamiento (siempre un sistema imaginario) considera innecesaria esa discriminación: la mente opera con los mismos atributos sean imágenes procedentes de lo memorístico o de lo imaginario: la imagen es la imagen, y en cuanto acto no diferencia lo real de lo irreal. Su fundamento es otro.
Lo que determina la imagen es el sentido que la vivifica y envuelve, nuestra actitud hacia ella. Hablan en el idioma del pathos, nunca son frías.
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Para Bergson, la totalidad de la memoria estaba presente en el acto mismo de percibir: nuestro conocimiento de las cosas es un re-conocimiento en base a lo ya conocido, de tal manera que nuestro ojo es enciclopédico, y cualifica todo aquello que tenemos presente comparándolo con nuestra memoria de representaciones. Cada vez que contemplamos algo, lo cotejamos con lo que hayamos visto con anterioridad. Lo imaginario es un campo en perpétua evolución, que crece cuanto mayor sea la variedad de imágenes que hayamos manejado. Estas ideas me llevan a una reflexión que hace mucho tiempo que tengo más o menos clara: no hay un realismo, sino infinitos realismos. El concepto de lo Irreal es una invención muy pobre cuya historia convendría investigar.
Pongamos el ejemplo del cine: hay un rango de películas que se consideran "realistas", cercanas al documentalismo, porque en principio se ciñen a un estricto código de naturalismo y costumbrismo. Esa idea es en realidad de un totalitarismo inaceptable: pretende naturalizar una determinada estética como "la más real", rebajando el resto (expresionismos, cubismos, impresionismos...) al rango de experiencias plásticas imaginarias. Odio a los que practican ese falso realismo, me parece que su problema es que son incapaces de identificar lo que hay de realista en otros lenguajes. La cuestión es que con su sistematización de la idea de imaginario, Sartre deja en pañales la ridícula pretensión de taxonomizar las representaciones según el parámetro delirante de el grado de realismo.



3.
Pongo un ejemplo: tengo un maravilloso libro de entrevistas con Francis Bacon, en el que éste habla de su trabajo como si de un hiperrealista se tratase. Su objetivo es representar la realidad-en-sí con el mayor grado de fidelidad posible a cómo él la percibe y la piensa . Es algo que quizás sólo puede entender el que haya hecho sus pinitos como artista (yo me he dado cuenta de esta pulsión por lo real cuando hago mis videos): toda representación es un realismo. El cubismo, el surrealismo, incluso el action painting, buscaban un conocimiento más profundo de la realidad, no un universo de escapatoria trascendente. El realismo "oficial" es el más chabacano de los naturalismos, y nace invariablemente de la intención política de monopolizar el campo de lo real, reduciendo así al arte al estúpido papel de pinturitas y objetitos graciosos dispuestos en bonitos museos. Su triquiñuela más perversa consiste en afirmar la falsa univocidad del sentido de lo real, lo cual es en sí una aporía que anula la capacidad de subversión política que hay en lo imaginario, cuya vocación y esencia es interpelar la realidad, hacerla crecer, producirla a través de reproducciones, conforme a esa especie de dialéctica bergsoniana. En el campo estricto de la imagen, Dalí es tan realista como Antonio López. Mis videos son hiperrealistas, es algo difícil de explicar. Lo que me interesa es una representación del movimiento y de la percepción de los objetos en el espacio que no cabe en los "realismos" convencionales.
En mi caso, siguiendo a Deleuze, creo que uno de los métodos más fértiles para hacer crecer las imágenes es operando en el rango de la percepción: transformarlas hasta que su sentido apriorístico desaparezca, vaciarlas de significado hasta lograr un momento en el que sean pura forma, anulando la memoria que las delimita y logrando de ese modo un estadio "en blanco" del que puedan emerger nuevos sentidos para esas nuevas formas. Todo esto, en realidad, no es más que una re-escritura fría de lo que dice Kandinsky (cuyo libro es en el fondo muy sensato y lógico, aunque su retórica mística y profética lo ha envejecido prematuramente):

"Representada en un gráfico, la vida espiritual sería como un triángulo acutángulo dividido en tres partes desiguales. El ángulo menor y más agudo de ellos señala hacia arriba; a medida que desciende, cada parte va agrandándose y ensanchándose.

Este triángulo tiene un movimiento lento, casi imperceptible, hacia adelante y hacia arriba: en el lugar donde hoy se halla en vértice superior, mañana estará la parte siguiente. De tal manera, lo que hoy es inteligible para el vértice superior y, en cambio, parece una perogrullada para el resto del triángulo, estará mañana cargado también de sentido y razón para la otra parte de la figura.

En la cima del vértice hay, muchas veces, sólo un hombre. El gozo de su contemplación es igualable a su desmedida tristeza interior. Los que se encuentran cerca de él no lo entienden y con indignación lo acusan de loco o impostor. (...)

En cualquier parte del triángulo hay artistas. Todo aquel que puede ver más alla de los lindes de su sección es un profeta para los que lo rodean y contribuye en el lento movimiento del carro. Si en cambio, no se posee esa mirada visionaria o renuncia a ella, sus pares lo apoyarán y celebrarán".






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4 comentarios:

  1. ¿qué tal césar? avanti con el blog del agra! *ch

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  2. miré ayer defensa india y no vi el link por ninguna parte!! hazme llegar la url please, a crisis de fe si kieres

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  3. ay! ayer cuando te mandé el mensaje ilusa de mí estaba creando la cuenta, y resulta que ahora google pide el número de teléfono para crear nuevos blogspoters, y he pensao: ni de coña, hemos de jakear o algo.

    ch

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  4. podemos hacer un wordpress... yo kise apuntarme a orkut y google efectivamente pide un teléfono, por supuesto no lo dí. Supongo que puedes crearlo con tu cuenta blogger habitual, yo he abierto un blog hará cosa de un mes (vacío, pero para guardarme el dominio, "Estudios de ociología", :-D) y no me pidió niente.

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