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martes, 26 de abril de 2011

Mille Flâneurs #6

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Hay un busto parlante en mi televisor.







Las imagenes vuelven, una y otra vez. Regresamos a ellas hasta agotar su enigma. Son una forma de placer compulsivo, siempre obsceno e inquisitorial, pero generoso y abierto a la experiencia. Más allá de las palabras, enumeran todo aquello con lo que opera el pensamiento, la máquina encargada de concatenar pecepción, afección y acción.
El alma es el espejo del rostro, dispositivo humanizante, lo recurrente en un devenir en sí dúctil e intimidador, el argumento que utiliza la memoria para encontrar un sentido al movimiento del semblante, fabricando una sinopsis para el rasgo del rostro, una novela inventada de fotograma en fotograma. Nada más pavoroso y revelador que un rostro sin alma. El alma, aura de un rostro; rostro que como el diamante no tiene color, es pura reflexión, la fusión fría de nuestro ojo y las aristas de la nada.

2 comentarios:

  1. ¡Qué poético!

    Te envío otro de-lirio a cdf

    Que por algo estamos en prima-vera :DD

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