Si no recuerdo mal (pues todo lo que sé sobre el tema es a través de la peli de Scorsese), la leyenda de Buda comienza cuando el luego mesías nace en el seno de una familia de alto standing: su padre, temeroso de que el retoño sufra ante las penurias de la vida, educa al chaval (que por entonces se llamaba Siddharta) en el arte y la ciencia más elevadas, pero manteniéndole al margen de las tristezas y enfermedades que campaban a sus anchas fuera de palacio. Siddharta viviría de este modo una infancia plena, dedicada al hedonismo intelectual, que terminaría cuando por accidente descubre a un anciano lisiado y comprende que el mundo no es tan paradisíaco como le habían hecho creer: la historia de Buda es la de un chaval que, como todos nosotros, de una manera u otro, cae del guindo. En principio, un proceso que hemos de pasar todos a lo largo de la vida. Hacerse adulto es aceptar la fealdad del mundo, o algo así. Siddharta no se comporta moralmente: al no tener problemas no necesita de una moral, que siempre es un sistema de ordenar y legislar los conflictos.
Sin embargo hay gente que no pasa nunca por ese viaje iniciático: personas a las que les va siempre estupendamente bien en la vida, nunca han de abandonar el Palacio de cristal, y no se ven forzados a dejar de ser Siddhartas, con lo cual maldita las ganas que tienen de convertirse en Budas. Un ejemplo de esto en el caso de la arquitectura son Herzog & De Meuron: una pareja de proyectistas de los que uno diría que nunca se han caído del guindo: mientras el mundo entero debate sesudamente el futuro de las ciudades, los problemas de la densidad y la globalización, las tropelías medioambientales, etc. etc., ellos siguen en su peculiar castillito, ajenos a lo que supuestamente es "importante", y concentrados en producir esas ensoñaciones formales tan bonitas, tan caprichosas y autocomplacientes.
Me gusta estar pendiente de lo que hacen H&dM: la crítica arquitectónica suele acusarlos de gratuidad, frivolidad y superficialidad, pero sus trabajos me parecen simpatiquísimos, son tan descarada y desacomplejadamente ensimismados, tan alegremente aristocráticos, en el fondo tan absurdos, que parecen el tipo de material que produciría un Siddharta: el objeto estético puro. Ahora mismo no sé a qué andan, pero en aquella época en que se dedicaban a poner pieles tecnológicas y sensuales a cajitas de zapatos, lo que hacían me parecía muy bonito. Y las entrevistas (en las que respondían como si fuesen un poco monguis, un poco Carmen Lomana) me divertían por el dandismo y desafección aristocráticas de la que hacían gala. Uno puede culparles de muchas cosas, y efectivamente el suyo es el trabajo más fácil para un arquitecto... pero alguien tiene que hacerlo. Arquitectura un poco tonta y con un toque sexy: tiene su mercado, su lógica y su razón de ser.
Me he comprado el Pasajes dedicado a la expo de Shanghai, y todos los pabellones comparten ese carácter hedonista, narcisista, espectacular y epatante: formas retorcidas, efectos sorprendentes, grandeur tecnológica, y el omipresente y nunca enunciado sentido de la competitividad entre países a ver quién lleva el edificio más ful y la polla más larga. Me gusta ese rollo, me parece muy simpático, en el fondo es saludablemente Siddharta: desplegar sobre el recinto amurallado una serie de objetitos estéticos que den cuenta de un mundo en el que lo único que importase fuese la belleza.
El que más me llama la atención es sin duda el pabellón británico (obra de un tal Thomas Heatherwick) que encuentro adorable: es una especie de cajita muy pequeña (apenas tiene espacio interior) cuya piel está formada por una suerte de abrigo de visón tecnológico formado por miles de varillas metálicas en cuyo interior han introducido cables de fibra óptica y unas semillas, de tal modo que de día la luz entra por esa especie de pilosidades, y de noche el efecto es el contrario: el edificio se presenta como un puercoespín luminoso. El efecto en las fotografías y los renders (al fín y al cabo, está proyectado pensando en las fotos, que es el medio natural de toda expo) es precioso, muy enigmático y con un punto muy sensual, aunque intuyo que in situ la obra decepciona, pero eso no me importa porque como es lógico me voy a quedar sin visitar esa expo.
El único fallo que encuentro a este objetito tan chulo es que no se hayan atrevido a aceptar su evidente condición de frivolidad formalista (que hubiese sido lo suyo: es el arte por el arte) y, para legitimarlo culturalmente, se han inventado un estúpido cuento chino (nunca mejor dicho) a propósito de la sostenibilidad, que si catedral de las semillas y bla bla bla, para que la operación resulte más "políticamente correcta", más comprometida con los problemas del mundo: quieren vendernos el edificio como si fuese un Buda. Pero no, es un edificio Siddharta, una fruslería ingénua y bonita, no necesita una legitimación social porque de lo que se trata es de producir un objetito cuco y sexy, como si eso fuese lo único importante, como si nunca hubiésemos caído del guindo.
No estoy nada puesto en el budismo y no sé si entiendo bien su parábola moral, pero creo que hubiese estado bien que al final de su periplo existencial, Buda volviese a ser un poco Siddharta.
Como ser "humano" me produce una tristeza infinita. Una claustrofobia suicida.
ResponderEliminarComo psicópata contemporáneo entiendo perfectamente que cualquier objeto pueda poseer su "ternura" compensatoria del fraude científico-social en el que estamos inmersos.
Un proverbio budista dice: "mi casa está allí donde puedo ser sincero". Bonita metáfora la de esas semillas silenciadas por el silicio. Efectivamente, Siddharta nunca podrá llegar a ser Buda. La infantilización social siempre ha sido un método infalible.
Me recuerdan a las expos universales de los '60 y '70 en las que a los arquitectos modernos se les iba mucho la pinza:
ResponderEliminarhttp://grainedit.com/2010/05/27/expo-70-japan/#more-3951
Yo a estos los ponía a diseñar casetas de perros en serie para brikoking o Cagafoul...Fibra óptica y semillas...la madre que...
ResponderEliminarPor cierto, acabo de ver el vídeo y eso no parece fibra óptica las barras son muy gruesas, tiene que ser metacrilato.
ResponderEliminarlo mejor es que no sólo hay semillas, también hay un capullo:
ResponderEliminarhttp://www.flickr.com/photos/charliexia/4523542100/in/set-72157623636741367/
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