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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Aprés le feismo #5: Apuntes

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No deseamos algo porque sea bueno, sino que es bueno porque lo deseamos
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Spinoza

1.

"Feísmo" es el peor de los términos posibles para designar el fenómeno al que se refiere en este caso, al que acapara y por tanto coarta, estableciendo un marco que cierra una problemática que convendría pensar desde su reapertura: al decir feísmo establecemos como central el debate sobre la fealdad. "Feísmo", una palabra que suena seguramente poco respetuosa con un fenómeno (las aporías de la construcción desreglada) mucho más profundo e intimidatorio de lo que el dichoso término da a entender. Siento un profundo respeto por el feísmo, aunque se trate del mismo respeto con el que el matador se enfrenta a su toro. Que no es el caso.
Es una palabra muy periodística, catchy y con pegada, un concepto-slogan, inventado para ser incorporada ipso facto a la retórica mass-mediática, promotora en última instancia de toda esta polémica. Una polémica que se planteó como pequeño "escándalo" en las páginas locales de la prensa autonómica, que insistentemente problematizó el feísmo como hecho culturalmente vergonzante: lo que pudo haber sido un debate altura sobre los procesos que dan lugar a la formalización del territorio, ha resultado en poco más que la recopilación de imágenes pintorescas con los ejemplos de mayor comicidad. Y, una vez el debate se amplió desde el ámbito mass-mediático al institucional y universitario, ha terminado por ser la enésima pataleta autoreivindicativa del aparato estatal-académico para ganar cuota de poder en la licitación y gestión de lo construído. En lugar de plantearse como autocrítica por parte de todos los agentes implicados (por la parte que nos toca, los arquitectos), se ha tendido a criticar únicamente la naturaleza alegal, desregulada y autoproducida de la mayoría de los ejemplos, como si el feísmo sólo tuviese lugar en aquellas intervenciones al margen de la ley.

"Feísmo", además, es una palabra con trampa, porque desvía el centro de gravedad de la problemática enfocando sólo lo aparente y silenciando indirectamente las sinergias que lo producen, condiciones seguramente más traumáticas que algo tan trivial como es la fealdad. No es la estética lo que se discute (o lo que debería discutirse) cuando hablamos de feísmo. Afortunadamente, las páginas locales de los periódicos de provincias nunca se han interesado por la belleza o fealdad de las cosas: mientras nos lo permitan, la soberanía sobre el sentido de la belleza de cada cual sigue siendo individual e intransferible.

2.
¿Intransferible? Precisamente, la gobernanza de las características aparentes del paisaje es lo que se pone en cuestión a través del fenómeno del feísmo. ¿Quién puede legítimamente decidir el aspecto del espacio común, y en base a qué criterios y categorías? En las socialdemocracias occidentales, la resolución de los conflictos entre individuo y colectividad ha de ser resueltas mediante mecanismos legislativos. No se trata entonces de un debate moral (pues tal pareciese ser el enfoque de muchos de los comentaristas periodísticos del fenómeno) sino legal: lo que tenemos encima de la mesa es el debate sobre las leyes pertinentes para atajar los problemas del feísmo, y el aparato institucional encargado de asegurar su cumplimiento. Leyes que, entre otros temas, deben gestionar a qué escala de gobierno (municipal, mancomunal, provincial, autonómica, estatal o europea) se le ha de encargar la gestión de este problema.

Como acontecimiento paradójico, la idea de un feísmo compromete el nivel de democracia con el que han de operar el arquitecto y el gestor del territorio. Si el principio fundador del urbanismo contemporáneo es la redistribución conjunta de las cargas y beneficios de los desarrollos urbanísticos, cabría preguntarse si entre las competencias a las que ha de renunciar cada individuo en su participación de lo común está la de su propio criterio de belleza y fealdad. Renunciar a ese derecho personal a evaluar libremente lo bello, implica una idea de sociedad en la que lo común es de todos, pero no de cada uno. En el horizonte de este debate está, en realidad, la propuesta de nuevas leyes orientadas a la imposición de determinados criterios estéticos, idea muy peligrosa ya que la belleza ha sido históricamente un campo en el que el estado no se ha entrometido activamente. ¿Es esa la solución? ¿Son los arquitectos academicistas con sus recetas de formulario los únicos capaces de atajar el feísmo (dando por hecho que sea un fenómeno que necesite ser atajado)?

En realidad, y contrariamente a lo que pudiese parecer, la cuestión estética ha sido siempre central a los planes urbanísticos. Las herramientas que manejan los gestores territoriales operan con variables que directa o indirectamente se basan en cimentar una determinada apariencia para la ciudad: conceptos como altura de cornisa, alineación o pendiente de cubierta sólo son comprensibles en función a una voluntad estética. Un urbanismo verdaderamente libertario a este respecto, un planeamiento que permitiese el ejercicio del gusto estético libre por parte de cada ciudadano, podría conseguirse mediante la legislación de variables más intensivas que extensivas: si las normas urbanísticas se limitasen a imponer densidades, servicios, servidumbres y ocupaciones porcentuales, se eliminaría de los planes generales actuales las competencias estéticas, que legítimamente no le corresponderían.
Incluso campos como el de la protección del patrimonio o la construcción en el rural, el fundamento último sería el de la legislación estética, si aceptamos dicho término en toda su complejidad. Y esa legislación estética, como expondremos más adelante, tiene en realidad un fundamento económico.



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Uno diría que el sentido estético es algo instintivo y por tanto personal: de las diferentes formas de belleza que ofrece cada sociedad, es únicamente el individuo el que ha de jerarquizar las que más atractivas le resultan. La categorización de los fenómenos en función de su proximidad a los ideales de lo "bonito" y lo "feo" es una capacidad de cada persona, y la voz social sólo puede tener voto en cuanto introyectada en el sujeto. El concepto de "belleza" en que creo es radicalmente subjetivista: como atributo de lo aparente, la hermosura no puede darse más que con el concurso del ojo que mira. "Bonito" o "feo" sólo tiene lugar en el contexto de una perspectiva, con todo lo que ello implica: una memoria, un aparato deseante, un espacio social.

La Belleza absoluta como posibilidad no es más que una idea trascendentalista que sólo mantienen los arquitectos más obstinadamente academicistas. En el respeto de la belleza, seamos tan liberales como libertinos.

La decisión del nivel de belleza de un ente es, entonces, una prerrogativa de la libertad individual. No puede instituirse ningún tribunal que regule o decida la belleza, ni defienda cánones determinados, ni penalice su renuncia u oposición. En sentido literal, no debería legislar el campo de lo aparente en cuanto aparente. Defiendo una idea de belleza absolutamente libre, discreta y múltiple, concebida no en virtud a su condición de Gracia Eterna, sino a la de placer mundano.
Así pensado, lo bello no es el tema central de lo estético, ni siquiera el más apasionante: belleza no es más que una determinada vibración del cuerpo que observa, y que aparece asociada a fenómenos que reúnan ciertas condiciones; condiciones que dependerán del imaginario del observador y que por tanto son función de lo memorístico . La belleza es una figuración que trenza lo social, lo cultural y lo vivencial, formando insularidades en el campo del sentido.

Educar el gusto es un ejemplo de condicionamiento pavloviano, del que lo bello sería un complejísimo acto reflejo. El gusto refinado no lo es a causa de una sensibilidad superior congénita, sino de automatismos del lenguaje entre el cuerpo y el mundo, socialmente inducidos mediante su distribución como intensidad sobre todo lo percibible. En esta bitácora siempre hemos dicho que la estética es la condición de posibilidad de cualquier política: somos estetas radicales, y por eso amamos a Harmony Korine, Mick Harris, Dennis Cooper o A Place to Bury Strangers: todos ellos descuartizan la belleza hasta inutilizarla, deshacen sus trampas para cuestionar sus sortilegios, se distancian de su efecto placebo, hasta que emanen las condiciones de su existencia. Artistas que administran con valentía la capacidad subversiva de lo no-bello, su potencia agitadora, sus despertares, enfrentando al equilibrio estable del Ser bello (el objeto terminado, inerte quietud, la muerte del acontecimiento), el dinamismo metaestable de lo feo (la potencia de los devenires, la apertura del horizonte en lo todavía inquieto). De esto saben mucho Fraga, Paco Vázquez o Baltar, grandes estetas.

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3.

En su ensayo estético "The sense of beauty", Georges Santayana define la belleza como el valor de lo percibido: lo estético es entonces una teoría del valor, y su estructura será una forma de economía. Lyotard desarrollará un sistema similar partiendo de su modelo de "Economía libidinal", dependiente de los deseos, que hace innecesaria la diferenciación de lo político, lo ético y lo estético. Lo bello es desde esa perspectiva una figura refleja de los afectos del observador. Enuncia y contiene aquello por lo éste se ve afectado. En su relectura de Marx y Freud, Deleuze y Guattari afirmarán indirectamente que la belleza no es superestructura, sino infrastructura. Su naturaleza no es escenográfica, paisajística, sino productiva, fabril.

De hecho, el debate en torno al feísmo como problemática se desata por sus efectos sobre el capital. Tras la desindustrialización de Europa, y ante el creciente despoblamiento de nuestros núcleos rurales (con el consiguiente derrumbe de su valor inmobiliario), nuestro sistema económico se enfrenta a la necesidad de convertir el paisaje en territorio productivo, en su recapitalización. Ante la falta de alternativas, el conjunto de los políticos parece asentir en que lo más fácil sería el aprovechamiento del paisaje a través del turismo: urgiría de ese modo "tematizar" nuestros asentamientos, acentuando sus pintoresquismos localistas, buscando que su apariencia sea suficientemente amable y fotogénica como para competir en el mercado de las "casas rurales" y demás representaciones hiperreales de lo campestre. El feísmo es entonces una patología en esa teatralización del territorio en aras a su aprovechamiento económico: de otro modo, nunca se hubiese planteado como problemático. Nadie habla del feísmo respecto a los parques industriales, las infraestructuras, los grandes complejos comerciales o los centros ofimáticos: en la medida en que son económicamente viables, nadie cree necesario que participen de "belleza" alguna.

Aquellos a los que responsabilizar del feísmo nunca se habían planteado la necesidad de contentar a los turistas. En su sistema de afectos no entra ese criterio de belleza limpia, ordenada, amable, teatral y reglada que ahora se les exige. Es la ciudad (desde su concepción urbana del paisaje) la que describe el feísmo como patología, mientras los auténticos usufructuarios (los habitantes del rural afeado) nunca lo han vivido como un problema.
De este modo, lo asombroso de este asunto es su capacidad para desestabilizar la cultura arquitectónica moderna, y sus dogma universalista que impone una determinada moral positiva e infaltable, una determinada organización agentes productivos, las mismas figuras legales e intelectuales, los mismos objetivos, y el mismo ideal de belleza para cualquier punto del planeta. La globalización se ha apropiado astutamente de la moral del movimiento moderno para expandir su cosmogonía monocroma por todo el planeta: en ese sentido, la moral moderna ha degenerado en el aparato intelectual legitimador del totalismo universalizante de la pax americana, cuyos valores creemos naturales cuando, y de ello da buena fe el feísmo, no lo son. El feísmo como agente desconcertante y desestabilizador, es inconscientemente revolucionario: de él se deriva la afirmación de un democracia radical que se resiste a la pintoresquización de su naturaleza local.



En cualquier caso, el caldo de cultivo del feísmo es lo vernacular contemporáneo, que tradicionalmente ha sido instigador indirecto de grandes avances culturales: a menudo, las grandes obras-manifiesto no han sido más que la intelectualización y puesta en valor de ideas que, de manera espontánea y natural, habían emergido de entre lo no reglado. En el país del que inventen ellos, suena poco menos que indecente animar a los arquitectos a que vean en los espontaneísmos del feísmo una fuente de inspiración. Ello supondría cuestionar el canon teórico, moral y práctico de la modernidad de ascendencia centroeuropea, los héroes de la modernidad, y atreverse a afirmar con orgullo una nueva estética propia hecha de discontinuidades, fracturas, sobresaltos y ruído.

4.

El feísmo del que he hablado hasta ahora (el del somier utilizado a modo de cancela) me produce una enorme simpatía, y quizás de modo snob veo en él un vitalismo romántico, pura inocencia, cuya capacidad para enfervorizar al aparato pensante de la pequeñoburguesía de provincias me parece muy saludable.

Pero hay otros feísmos, que no me hacen ninguna gracia, y que espero sean los que centren los debates y las acciones que podamos fomentar al respecto. Ese otro feísmo intolerable es el de las urbanizaciones de segunda residencia a pie de playa en la costa lucense; la devastación forestal de cada verano a manos de inciendios cuyas causas nunca son suficientemente esclarecidas; los grandes edificios institucionales que nadie ha pedido y que no nos podemos permitir; las franquicias de diseño que ocupan el espacio donde hasta ahora se ubicaban viejas tascas y cantinas; los grandes centros comerciales pertenecientes a las grandes castas financieras; los interiores del 99% de las oficinas de este país; los parques industriales mal distribuidos y carentes de dotaciones o servicios; las viviendas-mirador firmadas por la supuesta élite intelectual de nuestra profesión, que reducen el paisaje a la condición de escenario fotogénico del que participar desde detrás de una ventana; los museos, a los que no va nadie porque la idea de cultura que ofertan es completamente ridícula e insultante; las rehabilitaciones de pitiminí; las ruinas que lo son por intereses especulativos; los espacios dedicados a los coches (digamos… ¿un 80% del total del suelo común urbanizado?); todas y cada una de las estatuas que hay en las rotondas de Galicia; las vayas publicitarias que ahogan el espacio urbano (y el rural); los Cayenne para ir a recoger los niños al colegio; los edificios de autor que ganan premios entre los arquitectos en virtud a su retórica autoindulgente; las promociones del cacique de turno; Los Rosales, o Matogrande.



Acabo de volver a leer este post y discrepo con la mitad de las cosas que acabo de decir. Uno se va enterando de las cosas a metida que las va redactando, y supongo que con el territorio ocurre lo mismo. Lo que me queda claro es que si hablamos de un feísmo es porque hemos producido un paisaje más ruidoso que armonioso, lleno de incoherencias y distorsiones muy complejas, donde el conjunto NO es más que la suma de las partes (no hay un sentido). Pero lo erróneo es siempre una forma de causalidad: se define algo como error en función de las consecuencias que desata. Cada error abre una nueva potencia, porque lo erróneo no es más que un instante en una cadena de acontecimientos. De lo erróneo de este texto podrá salir un texto mejor, que sólo podré concebir tras analizar los errores de éste: este post es parte de un proceso de aprendizaje. Se entiende que estoy hablando metafóricamente, ¿no? : el feísmo, como error, es la potencia de una nueva sabiduría. Convendría analizarlo desprejuiciadamente, obtener lecciones, pensando únicamente en lo que puede venir después,


Y un largo etcétera.

26 comentarios:

  1. 100%...
    si mañana somos la mitad de claros que este artículo la cosa dará para mucho
    abrazo y hasta mañana!
    *por nuestra parte, somos un desastre, a ver si os mandamos esta tarde la presentación...

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  2. si es así de denso, espero que el vino español se sirva antes y durante

    -x-

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  3. joder, casi las dos de la mañana, acabo tu texto, me meto en la cama, estupendo césar. estoy con él al 67,5% ch.

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  4. dirás que estás al 68% = 2x34 :P ureta.

    nos vemos hoy en la seoane, es libre la entrada, no?

    -x-

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  5. http://theuglydance.com/?v=kjdfnyxtyn

    :-P

    -x-

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  6. cual es el colmo de un estudiante de arquitectura erasmus en un pueblacho lusitano?

    Tener una hermana arquitecta cursoañera dando conferencias con los profes que tanto lo putearon... qué jiña

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  7. Felicitaciones a todos (Universidade Invisibel , Ergosfera, Pescadería, etc), a Cesar por estos artículos y a Iago en especial por su labor. Muy bien todo, solo me extrañó que no se ahondara más en la cuestión estética, la que analiza muy bien César, teniendo en cuenta que hasta en la indumentaria y aspecto de algunos de nosotros se derrocha feísmo a raudales, supongo que feísmo reaccionario contra toda belleza burguesa, claro está, que no llamo a nadie feo. Quizá en la estetización completa del mundo Baudrillariano ya nada es ni bello ni feo, ya la estética desaparece, ya no es una autoridad, ya estamos de nuevo perdidos. Creo que la única pega es haberse quedado cortos en propuestas, y que la pequeña representación institucional -porque una escuela de arquitectura es una institución, es decir, una parcela de poder, al menos desde Foucault, alguno sigue sin enterarse- acaparara el debate como si de una asignatura de URBA3 se tratase. Una pena.

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  8. ..."ya nada es bello ni feo, ya la estética desaparee"....

    eso es como decir que tanto monta un Velencoso como un Torrente

    ya gustaría, pero no

    -x-

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  9. A min gustoume esta especie de manifiesto retroactivo a prol do feísmo. Pasará coa estética feista como coa estética famovil que fala Cesar?. A cousa e que entrei cun ánimo neo-feísta e, entre corredoiras e ensoños galaico-vernaculares, saín post-feísta. Faltou o tema do feísmo por excelencia: Curtis, Carballo, etc. O tema da autoconstrucción, a apropiación colectiva do espacio intersticial, o reciclaxe, etc, é tamé o próprio de colectivos sociais desfavorecidos e marxinales, ou persistencias culturales ancestrales, reductos de liberdade individual e ao marxe do sistema, xa sucumbidos fronte o regulamento e a globalización. O exemplo de villa somier non ilustra precisamente este paradigma, aunque na súa intelectualización pódese relacionar coa ¿arquitectura vernacular?, calquera sabe.

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  10. ¡Vaya pandilla de Esteticiennes del ladrillo que estáis hech@s!

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  11. Quien carajo es Velencoso?

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  12. Daft Punk+Ariel Pink+TR80:

    http://www.youtube.com/watch?v=Zi3_jWCqyJ0&feature=related

    WTF!!! eso sí que es feismo.

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  13. feísmo es compartir enlaces de youtube copiándolos de la barra de direcciones del navegador.

    Guapismo ;-)
    http://youtu.be/Zi3_jWCqyJ0

    -x-

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  14. para todos aquellos que han acabado sus días en solitario y para aquellos que los acabarán

    http://youtu.be/ADDigK8LwyE

    -x-

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  15. El colmo de un estudiante de arquitectura es escaparse a una universidad invisibel y encontrarse con la ETSAC

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  16. http://www.youtube.com/watch?v=ADDigK8LwyE&feature=youtu.be

    Osea, Xosismo.

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  17. Paso de atajos de twitter y móvil: mi "barra" de navegación es enoooorme

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  18. para todos aquellos que han empezado y terminado sus días en solitario, y para aquellos que nunca sabrán disfrutar de eso... tal vez yo esté condenado a estar siempre solo, pero vosotros estáis condenados a necesitar siempre estar acompañados

    http://www.youtube.com/watch?v=cNpxqda8CCM

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  19. el privilegiado guapismo es para todos, mientras que el vuelgar feismo es sólo para unos privilegiados que pueden ver el precio-sismo en todo

    http://www.youtube.com/watch?v=R8MzHqkNBwo

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  20. empezáis hablando de feísmo, y acabáis hablando de AMOR. maravillosa cosa.

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  21. Estáis como cencerros.

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  22. otra pequeña aportación en la linea del debate:
    http://www.youtube.com/watch?v=6G6rE0P3n5E

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  23. a los anónimos no los identifico, pero a la "anónima" de la estrella de david...a leguas...por cierto, aplicáte del vídeo lo que dice en el segundo 00:49

    victor&feature=youtu.be, le das a donde pone compartir y ya sale en plan abreviado

    -x-

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  24. Vaya, un par de días sin mirar el blog y al volver os encuentro en plan colegialos. Sólo quería felicitar desde aquí a los ergosfera y demás participantes porque finalmente fue un día encantador y un debate muy vivo; ayer los zoopolitik también estuvieron muy bien, y espero leerme esta tarde su libro.

    Por cierto Xose, estoy convocando una "Plataforma de Damnificados por los Chistes de Xose" y estamos planeando una venganza de altura. Tu video del uglydance ha eclipasdo totalmente mi post :-( pero ya te digo que he hablado con otras víctimas de tus abusos humorísticos y entre todos te vamos a montar una "bromita" al más puro estilo xose. Por cierto, interesados pueden aportar ideas e infrastructura por privado.

    - observer -

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  25. y después lo sacáis en el especial de santos inocentes del 28 de diciembre

    -x-

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