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domingo, 18 de marzo de 2012

Neoclásicos #7: José María Cuesta Abad



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José María Cuesta Abad
La escritura del instante. Una poética de la temporalidad

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La semana pasada me encontré con esta impecable conferencia del divo que nos ocupa hoy, el señor Cuesta Abad, y me ha encantado conocer la fisicidad de este pequeño héroe personal que, desde ya, incluyo en mi panteón personal de freaks ilustres: me encantan las pintas ortodoxamente nerd de este profesor de literatura, a mitad de camino entre el cantante de los Flechazos (nunca lo hubiese esperado: ¡¡¡Cuesta Abad luce un hairstyle mod!!!), un aristócrata venido a menos (hay que reconocer que su tono de voz, mayestático y como escuchándose, tiene algo de Grande de España) y un posmodernuki intentando entrar a codazos en la Academia: un cocktail explosivo que coagula en ese look de “repelente niño Vicente” que, francamente, encuentro adorable. Me encantan los personajes muy icónicos que, como cool-boy Cuesta Abad, lucen como un dibujo animado de sí mismos.



Humor aparte, entiendo que el tipo de intelectual que encarna pueda echar para atrás a muchos potenciales lectores, que probablemente renunciarán a la lectura de sus libros tras los primeros párrafos, intimidados por un estilo literario tan estridente como el suyo. En mi caso, sólo he terminado una de sus obras, y para ello he necesitado más de un año, retomándolo y abandonándolo una y otra vez, asfixiado por su uso casi circense del lenguaje pero volviendo siempre a él por lo inspirador y didáctico de su contenido. Sus estilismos, aparentemente gratuitos a tenor de su profusión de palabras que parecen salidas de las profundidades de los diccionarios más añejos, reman en contra de una mayor comprensión de sus tesis, porque la oratoria de este genial ensayista suena tremendamente pedante
… lo cual no me parece necesariamente mal, porque yo mismo redacto de un modo muy pedante generalmente, y de ahí mi simpatía por el personaje, que se ve abocado a la incomprensión por la dificultad de redactar en lenguaje claro y liviano ideas que son en sí opacas y pesadas: no sé si se podrían enunciar de manera menos correosa el tipo de contenidos que maneja Cuesta Abad, por lo que la pedantería sea quizás una característica inevitable en la producción de ese tipo de discursos, inexpresables nominalmente sin recurrir a tecnicismos muy dificultosos para el licenciado de a pie, mayormente cateto. “Pedantería” es un concepto muy latino, incluso muy español: tiene ese componente inquisitivo en sentido católico, de penalizar al que “habla diferente”, “hablara raro” y “se cree muy listo” y al que se presupone vacuidad de significación tras pirotecnias significantes autocomplacientes. El pedante nunca lo es en sí, sino en relación a un oyente que es el que le atribuye la pedantería. En mi caso, muchos escritores me parecen pedantes en el sentido de “déficit de significación frente al significante” , pero a buen seguro esa fiscalización de la pedantería se debe a mi incomprensión: alguien como Eugenio Trías me parece, por lo poco que le he leído, un pedante o falabarato (astuta y envenenada palabra gallega), pero quizás si profundizase más en su obra me parecería un genio. Quién sabe.


Lo que sí sé es que Cuesta Abad no es ningún pedante: sencillamente, el tipo de territorio intelectual en el que se maneja no se presta a redacciones más accesibles, y la severidad y puntillosidad de su retórica son condición indispensable para exponer con rigor un pensamiento tan lógicamente articulado como el suyo. “La escritura del instante” es de largo el más potente y solvente ensayo filosófico en español que me haya encontrado nunca, y una obra asombrosa que, en su parsimonioso movimiento circular alrededor de un par de conceptos, consigue iluminar su potencia poética hasta diluír el incómodo límite entre razón y emoción: se trata de un libro que homenajea, con matrioskas dialécticas hiperdensas que parecen redactadas en arameo, la belleza del pensar. Tiempo y metáfora, ausencia y puntos suspensivos: todo el libro orbita alrededor de esos conceptos, que terminan por instituir una única entidad, algo así como una “arqueología de la temporalidad poética” que salta de Aristóteles a Heidegger, de la hermenéutica a Derrida, hacia delante y hacia atrás y vuelta a empezar.
Como digo, al principio su lectura inspira recelo por esa redacción tan chirriante, pero a medida que van pasando las páginas y el discurso toma forma, uno se da cuenta de que cada palabra está en su sitio, que nada se dice gratuitamente, que su retórica es menos artificiosa de lo que podría parecer y que, bajo el aparatoso andamiaje academicista, laten intuiciones muy cálidas, muy poéticas e incluso, ejem, humanas (con perdón).



En principio, el tipo de aproximación de Cuesta estaría en las antípodas de las que suelen ser habituales en este y muchos otros blogs: las marys modernas vamos todas con la camiseta de Spinoza, mientras que Abad juega sin rubor en el equipo de los idealistas. Valientemente, no pide perdón cada vez que usa la palabra “metafísica”, y su redención de las categorías hegelianas son un “zas, en toda la boca” a muchos dogmatismos del materialismo de enfant terrible, tan tendencia hoy. “La escritura del instante” es de un asumido clasicismo, radical y resolutivo en sus abstracciones, autoconvencido de su concepción intra-literaria del pensar, y por tanto antitético del pragmatismo que se ha universalizado como el continente natural de la filosofía. Un libro como este es implícitamente un homenaje al “pensar por pensar”, lo cual a alguien tan místico y especulativo como yo le provoca una enorme simpatía.
Los curiosos por este genial ensayo pueden previsualizar algunas páginas aquí. Un texto magnífico y muy inspirador para todos los que quieran meditar sobre la poética del tiempo y sus huídas, ausencias, eclipses, palimpsestos. Reitero a despistados que la atmósfera general es de una pedantería Def Con Cero, pero en el fondo es un trabajo muy apasionado, redactado no sólo con rigor de erudito sino también, muy saludablemente y a hurtadillas, con frikismo nerd.


6 comentarios:

  1. qué grima!!.. este tipo no es una consecuencia de nuestra época... es un síntoma más!!

    Vivimos en una era de neuróticos que está a punto de estallar. Sólo lo agudo puede curar lo crónico, porque lo que no cura, cronifica -Hipócrates dixit-.

    Claro que... también podemos refocilarnos con nuestra propia enfermedad, supongo :-)

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  2. Por cierto, esto podría explicar el espíritu de Jose María -y de algún otro, claro-:

    http://www.youtube.com/watch?v=CaUzaOy0oQ0

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    1. gracias!!!!! ains, estoy escribiendo mucho pero en plan "escritura automática", ya no me salen los posts con la fluidez de antes. ayudaaa!!!

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  3. de dónde te bajas las pelis? desde que cerraron el megaupload me han destrozado la vida y quiero la de Attack The Block pero ya.

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  4. Instálate este programa:
    http://www.utorrent.com/intl/es/

    y luego busca las pelis aquí:
    http://es.wikipedia.org/wiki/The_Pirate_Bay
    (dejo la entrada wikipedia en lugar de la url de la página porque desde esta biblioteca no me deja entrar). Cuando busques los torrents, asegúrate de bajar el que más semillas tenga (los numeritos que aparecen después del nombre, escoge siempre el más alto, y se te baja en diez minutos, es fulminante)

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  5. Para mac Transmission.app es un cañón con los torrents

    En esta página hay una biblioteca de .torrents de la más alta calidad dentro de lo posible, para bajar tienes que entrar (usuario popeye20-pass popeye20) después en cada peli pulsas descargar (el del letrero naranja, el resto es publi), baja el .torrent y lo abres con el gestor de torrents que tengas:

    http://www.divxatope.com/

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