Eros y Dineros #6: ▀█▀ █▀ █_█ ▀█▀ █▬█ Я Ξ √ Ω LUT ↑ ☼ N

El año empieza tan sombrío como terminó el anterior, con todos los índices en niveles deprimentes: el paro en USA no baja, en España menos, el IBEX acercándose a los 9500, la deuda a 10 años al 5,56... El 80% de los economistas creen inminente el rescate a Portugal, España tiene su deuda entre las 10 peores consideradas del mundo, el déficit de UK sigue en el 400% de su PIB, el dólar en un callejón sin salida aparente, Trichet sigue pidendo tijeretazos a Zoteparo... Y en este escenario, las únicas políticas siguen siendo las de siempre: dar al mercado lo que pide en espera de que se autoequilibre. Llevamos desde 2008 así: poniendo parches a la espera de que se efectúe el tan cacareado saneamiento económico autoproducido que predicen los liberales. Pero en 2 años de doctrina austríaca, las cosas siguen igual de estancadas que el primer día.
La situación se resume en: los liberales dicen que los gobiernos no deben intervenir en ningún caso, conforme a la hipótesis según la cual el mercado se cura espontaneamente a sí mismo. Pero la realidad es que, habiendo apostado todo el planeta por esa vía, las cosas siguen fatal y sin embargo se prolonga el plazo de espera a que esa autocuración se produzca.
Por tanto, el año empieza en cierto sentido con buenas perspectivas: se les acaban los plazos a los que están en el poder, la gente se cansará de las promesas de los liberales. El pueblo ha tenido mucha paciencia y confianza para con sus políticos, y ahora llega la hora de que se materialice lo prometido. Con lo cual, si todo sigue tan mal como ahora, el liberalismo ha de claudicar forzosamente porque, sencillamente, ha tenido su oportunidad y ha fracasado.
Pero hoy no voy a hablar de eso, sino de uno de los más divertidos efectos colaterales de esta hipnótica crisis: la proliferación de un nuevo arquetipo mediático consistente el economista showman, que sale por la tele con frecuencia, tertuliano en la radio, que escribe libros divulgativos "para el que no sabe de economía" y hace gala de cierta telegenia. Economistas icónicos que son los que construyen la imagen pública que el ciudadano de a pie se hace de lo que está pasando en economía.
Obviamente, esta bizarra categoría de creadores de opinión económica está sujeta a las mismas reglas que gobiernan el competido y concurrido mundo de las estrellas de la tele: han de tener gancho, hablar de manera clara y fácilmente comprensible, tener un aspecto fácilmente reconocible, hacer teatro, ser escandalosos... Quiero decir: los que divulgan las teorías no son ni remotamente los más cualificados, sino que son, sencillamente, los más "espectaculares". Para ser un buen tertuliano es mejor hablar como Jorge Javier Vázquez que hacerlo como Vila-Matas, así que en general los info-showmen suelen ser gente muy pintoresca.
Eso sí, hay una prerogativa que han de cumplir: hacer predicciones.Los economistas se pasan todo el puto día jugando a hacer predicciones, obsesivamente. Siempre fallan, pero mientras tanto, se ganan el pan saliendo por televisión sus especulaciones más peregrinas y epatantes, que es de lo que viven.
El primero en aparecer fue aquel Leopoldo Abadía de inafusto recuerdo: este señor, que aparecía en el show de Buenafuente con su discursete enrollado y su aspectoamable y cercano, resultó ser del Opus Dei, facha, neoliberal y derechón, con lo cual su estrella se apagó rápidamente. Sus repugnantes intervenciones enseguida fueron olvidadas por la gente mínimamente informada, que se dio cuenta de que se trataba de un pelele utilizado por los banksters para defundir sus mentiras: aquello de las "crisis ninja" era toda una lección de manipulación mental de la población por parte del poder, con la absurda entelequia de las "hipotecas basura", concepto insultante con el que nos estaban llamando gilipollas a la cara.
Pero cuando se empezó a comprobar que "la crisis" era bien distinta a lo que teorizaba este Viejo Repugnante, otros oradores ocuparon su papel como "divulgadores económicos / showmen". Cada uno seguirá a unos u otros conforme al credo político personal, pero los cuatro que voy a mencionar creo que son los más relevantes, los más seguidos. Obviamente, se quedan fuera los papagayos socialdemócratas a lo PRISA, el señor Krugman y el señor Stiglitz, cuyo discurso se ha venido abajo en cuanto se constató que las medidas de Obama no han servido para nada (bueno, sí: para empeorar las cosas).
Hoy en día, los cuatro info-showmen más apetitosos son en mi opinión Niño Becerra, Roberto Centeno, Nuriel Roubini y Geald Celente: no los he escogido porque sean grandes economistas, sino porque son grandes teleñecos. Y eso es lo único que importa en televisión.

1. Santiago Niño Becerra.



Por supuesto, el número uno indudable de toda la escena info-enterteinment es este ídolo de universitarios, el opinador más seguido y controvertido. ¿Por qué? Pues porque es el más apocalíptico de todos, lo cual lo convierte en un caramelito especialmente apetecible para los que quieran a tertulianos llamativos en sus programas. En internet es un semidios, sus youtubes circulan por los correos de los teenagers como si de un info-LadyGaga se tratase, y cada cosa que va diciendo es recibida con muchísima atención en todos los foros conspiratas.
Niño Becerra es mucho más que un economista: es un fenómeno social. El golpe de efecto que le situó en la agenda de todas las televisiones fue el haber anunciado el jaleo ya en marzo del 2006, y haber editado ya en aquellos burbujiles días esa biblia apocalíptica que es el bestseller "El crash del 2010". Como sabréis, la tesis que proponía este "catedrático de economía" (de una universidad privada de poco prestigio, todo sea dicho) se resume fácilmente: la burbuja crediticia ha creado un insostenible aumento exponencial del déficit que habría de terminar con el colapso de España en el 2010. Paro del 30%, diez años de pobreza y miseria, posible catacrocker del euro, revueltas sociales, mal rollo, Madmaxismo...
Es verdad que el año ha sido tremendo, pero sus predicciones no se han cumplido: el PIB cayó un 0,3 cuando él apostaba por más de un 4% en estos doce meses. Con lo cual, el personaje Becerra corre un serio peligro de obsolencia: digamos que se empiezan a terminar los plazos para que se cumpla de una vez su aterradora profecía. Viendo que el chiringuito no termina de caerse con la virulencia que él preveía, ahora le ha dadopor decir que la explosión será a mediados de 2011: desde luego, lo que no puede hacer este tío es decir "me equivoqué", porque automáticamente desaparecería de nuestras vidas.
Una de las condiciones básicas del info-entretenimiento, es que sus figuras llegan al estrellato una vez han acertado con alguna predicción, pero su fama es efímera: en cuanto los acontecimientos difieren de lo previsto en sus teorías, su estrella se apaga y su lugar en la tertulia es ocupado por un nuevo vidente.
Lo triste del personaje es que,en el fondo, es de los más mediocres como "pensador": sus casposos análisis se fundamentean en los métodos liberales más ramplones, este hombre dista mucho de ser el visionario que muchos creer ver en él. Su análisis de los hechos es liberata, y también lo son las soluciones que propone. Así que digamos que como personaje televisivo y agitador Becerra es impagable (¡esas pintas! ¡pelo grasiento! ¡barba de chivo! ¡ropa ochentera! ¡gafas de putero!), pero como economista deja mucho que desear. Los que hayáis leído sus artículos supongo que, como yo, habréis flipado con lo mal escritos que están, con lo parvulario y torpe de su redacción. Becerra es, probablemente, un economista segundón (MUY segundón) al que casualmente le sonó la flauta en su libro del 2006 y ahora estira el chicle todo lo que le dejen. De seguir el tema en el "stand by, stay tuned, to be continued" que atravesamos, es probable que el año que viene diga "el crack será en el 2013", y así sucesivamente, hasta que la gente se aburra de él.
En cualquier caso, lo suyo es palomiteo de primera calidad: sus videos enganchan, son como las películas catastróficas de Roland Emmerich. Es un icono generacional (es habitual en los blogs de los universitarios que se huelen un futuro negro) y la gran referencia de todos los info-showmen. Lo más simpático es que el tío es muy friki: no se casa con nadie políticamente, la "intelligentsia" no la hace ni caso, y en general es un paria en el escenario económico. Nunca será ministro, ni nada que se le parezca. A su manera, lo veo honesto: alguien con un aspecto tan molón (de tan demodé) no puede ser un completo gilipollas.

2. Roberto Centeno



Si Becerra es el gran gurú del sector pop de la audiencia (sus fans suelen ser estudiantes, parados, funcionatas asustaos, marujillas despendoladas...), la "versión luxury" y de clase media es Roberto Centeno, economista mucho más respetado, más comprometido políticamente y con una trayectoria más rigurosa que la de un buscavidas como Becerra. Se viste mejor, habla con más propiedad, redacta muy bien, es un tío cultivado y bien formado... pero sus tesis son casi idénticas a las de Becerra: según él, España está en bancarrota y la solución es el liberalismo.
Pero si su trasfondo es el mismo, en realidad se trata de personajes bien diferentes: mientras el anterior habla única y exclusivamente de economía, Centeno salpimenta su discurso con referencias a Zapatero, Rajoy, el sistema autonómico, Pajín, etc. etc. llevando peligrosamente su tesis hacia un localismo político de "las dos Españas" muy cutre, error que no comete Becerra (que, a fín de cuentas, es bastante imparcial en cuestiones ideológicas). Y obvio decir que el subtexto político promulgado por Centeno es el del facherío de toda la vida: según él, buena parte de los problemas de hoy en día se deben a que España sobran vagos y maleantes, la culpa es de Zapatero, sobran funcionarios etc. etc. Su apuesta por el apocalipsis tiene por tanto más voluntad política que económica: según él, todo se podría solucionar con un cambio de gobierno y la disminución del estado. Con lo cual, está claro a quién apoya indirectamente: Espe, Cascos y Rosa Díez. Es, por tanto, un merluzo con todas las letras. Pero un merluzo que anima muy bien las tertulias.
¿Por qué es tan famoso? Pues porque habla a gritos y su discurso es seductor a ojos del rebaño de catetos que siguen los info-shows de Intereconomía y Veo7 a los que acude. Insulta mucho (a ZP le ha llamado de todo, a Rajoy lo refiere como enano mental, usa mil motes para referirse a su odiado Gallardón...), lo cual al telespectador siempre le resulta mucho más "auténtico y valiente" que el que expone sus argumentos con orden y rigor. Y de nuevo su problema es el mismo que el de Becerra: también este tiene una telegenia aplastante, pero tristemente su posicionamiento es completamente facha. Pero no del viejo facherío rancio apostólico de la Rojigualda, sino de esa nueva derecha posmoderna, aseada, neoliberal, "fría", de escuela privada de economía, con master en Harvard y 4 idiomas (aunque muchos no nos hayamos enterado, hay mogollón de gente en ese círculo, que vive ahora mismo su esplendor pese a que irónicamente son ellos los que causaron la crisis y los que pretenden sacarnos de ella).
En mi opinión, Centeno es un indeseable. Es el prototipo de los sinvergüenzas que quieren utilizar la crisis como oportunidad para imponer políticamente los criterios de la New Economy, mezclando torpemente los análisis estrictamente macroeconómicos con la idiosincrasia sociopolítica ibérica sin dar pie con bola: ahí está su amistad con un mega-friki como César Vidal para atestiguar su mediocridad. Pero su fama va en alza: sus intervenciones cada vez son escuchadas con más interés por parte de la audiencia, y los problemas que atravesamos le han servido para alcanzar una fama que de otro modo no hubiese alcanzado ni de broma. Pero lo que invalida su discurso es su localismo paleto, el pensar que España es única, que "Alemania va bien" (cuando sus datos macroeconómicos son más catastróficos que los españoles, salvo el paro), que USA es imnipotente... Con lo cual, me huelo que hay tras su hipotética condición de Supersabio de la economía, sólo hay un panoli fachoso que se piensa que el futuro de la humanidad depende de Elena Salgado.
He de decir que, leyéndole, he aprendido mucho sobre las teorías económicas neoliberales, así que si alguien quiere informarse con rigor sus artículos están muy bien, y se puden googlear sin problemas.

3. Nuriel Roubini



El gran referente yanki entre los teóricos del apocalipsis es este Nuriel Roubini, que viene a ser algo así como el Niño Becerra gringo: al igual que en el caso del español, Roubini predijo el pepinazo ya en el 2006, lo que hizo que en cuanto se consumó el colapso de Lehman el mundillo económico empezase a tomarse en serio las ideas de este señor, que por lo demás había sido siempre un perfecto desconocido. Hoy en día, si hay una "autoridad mundial" en madmaxismo es Roubini, cuyos videos se cuentan por millares y que tiene su libro "Cómo salimos de esta" muy bien situado en las listas de ventas de no-ficción. Para los que no sepan nada de él, basta decir que su apelativo es Dr. Doom dado lo "optimista" de sus predicciones.
Pero hay una gran diferencia con nuestros dos info-showmen patrios: Roubini no es neoliberal, lo cual resulta tranquilzador ya que pareciese que para hablar de economía con rigor hubiese que ser die-hard fan de Milton Friedman. No se define como neokeynessiano siquiera, pero no pensemos que estamos ante un marxista: él se autositúa en un enigmático "centrismo", al ser sus ideas demasiado personales como para amoldarse a ninguna escuela económica concreta. Sin embargo, sus análisis macro y sus visiones de futuro se cuentan entre las más radicales y lúgubres de las que circulan por ahí. Según sus tétricas elucubraciones, Europa está completamente kaput y España ni te cuento, del mismo modo que sus EE.UU están al borde del más tenebroso de los abismos recesivos, y los países emergentes son una nueva burbuja que explotará en un par de telediarios. Para Roubini, ser optimista es confiar en que pasaremos 10 ó 15 años con un paro brutal, carestías inasumibles, bajadas de sueldos y miseria generalizada. Porque cuando se pone pesimista... no duda en anunciar guerras espantosas, conflictos horripilantes, la debacle de nuestra civilización y la supervivencia a base de latas de atún y sardinas.
Pero curiosamente, las medidas que propone para enmendar el entuerto distan mucho del recetario habitual de los economistas (que son mayormente, hablando mal y pronto, fachas y derechones) : Roubini apuesta por la regulación de la banca, el control férreo de los futuros, cierta laxitud con los deficits, políticas de promoción del empleo... Pero, como digo, en todo caso nos esperarían según él unos años de lo más peliagudos que afectarían a la vida laboral de toda una generación que, en términos de mercado laboral, "sobra". O mejor dicho, "sobramos".

4. Gerald Celente



Soy muy fan de este señor: tiene un aspecto muy gay, se le ve tranquilote y buena persona, tiene su punto excéntrico y su discurso es incendiario como el que más: es uno de los info-showmen más interesantes, dado lo que solemos encontrar por ahí. Celente es un famosísimo trendsetter americano, y cabeza visible del más respetado "think tank" anticipativo del mundo, el Trend Research Institute: una consultoría a la que acuden los empresarios y periodistas que quieren saber cuáles son las perspectivas de futuro de sus respectivos campos. Al parecer, Celente lleva desde los años 80 dando en el calvo con cada uno de los cambios que ha ido anunciando, y su precisión cuando anunció el crash actual ha sido milimétrica.
Respecto a su idoelogía, por supuesto se define como imparcial. Pero a diferencia de los tres anteriores, él no se limita a hacer política en función del DowJones y el Nasdaq, sino que ante todo atiende al bienestar de las personas: en eso es un auténtico perro verde, pues el resto de los analistas hacen sus apuestas pensando únicamente en lo beneficioso para las finanzas, pero no para los ciudadanos, que son siempre considerados subsidiariamente a los mercados. Celente propone justo lo contrario, y de hecho argumenta su análisis de lo que está pasando como consecuencia de la omnipotencia de lo económico.
Eso sí: sus análisis son absolutamente catastróficos, está completamente alineado con los que anuncian que se avecinan tiempos muy grises. De hecho, acaba de sacar su lista de "10 tendencias del 2011" y son todas como para cortarse las venas... aunque no nos asustemos, porque lo mismo predijo para 2010 y no se cumplieron sus predicciones más terroríficas. Sin embargo, lo curioso es que las medidas que propone un tío de su status (aparece con frecuencia y naturalidad en todas las grandes cadenas de TV americanas: está metido en el sistema hasta el tuétano) son mucho más radicalmente izquierdosas que las de cualquier comunista europeo. De hecho, Celente no se cansa de denunciar con meridiana claridad asuntos tan importantes como la limitación de la libertades ciudadanas, la manipulación de la información, las amenazas a la libertad en internet, ecología, energía... Asuntos que no mencionan los demás info-showmen, demasiado orientados a la panoplia de la jerga tecnócrata.
Sin duda, Celente es el más inspirador para un joven de hoy en día, el único que habla de problemas reales del ciudadano y no únicamente de tonta retórica macroecómica. No es casual que sea todo un ídolo en las universidades americanas: una de las tendencias que anuncia es que la juventud con estudios terminará por unirse para crear nuevas estructuras sociales en red al margen de las heredadas de la repugnante gerontocracia que nos gobierna y que no nos tiene en cuenta. Par Celente, nuestro futuro pasa por el asociacionismo, internet, la participación activa y la reinvención de las estructuras sociales caducas. Según él, llegará un momento en que al joven le resultará inaceptable que se hable de él como "generación perdida" y se montará la fiesta por su cuenta. Yo me apunto! Toda una utopía, aunque para consumarla debamos cargar con la inevitable década de travesía por el desierto. Esperemos que así sea. Y que cuando sea, suene techno :-D.